jueves, 8 de octubre de 2009

The Golden Triangle, parte 3 – El guía más ladri de la India (xq no hay otro más ladri)

Nos despertó una frenada. Ya era completamente de noche y calculé que debían faltar pocos kilómetros para llegar. Pero un cartel nos indicó que estábamos equivocados, habíamos hecho solo 40 km desde que me dormí. O los metros y sus múltiplos son distintos en esta parte del mundo o el intenso tránsito había sido más fuerte que los bocinazos de Kumar. La frenada se debió a que estábamos ingresando a un pueblucho y en las entradas de los pueblos en lugar de poner un cartel que dice “ZONA URBANA” como en nuestro país, acá te ponen unas barricadas de hierro que dicen “STOP”, ponen una en cada carril a una distancia de 2 o 3 metros para que tengas que frenar y esquivarlas una por una. No hay margen de error, podrían poner lomos de burro o serruchos, pero no sería tan divertido! En el video las pueden ver:



Esquivamos los caños asesinos en potencia y atravesamos el pueblito. Ya no pude volver a dormirme, me entretenía mirando las cosas que se cruzaban en el camino y rankeándolas por “bizarro” o “inconsciente”. A eso de las 8 de la noche comenzamos a llegar a la ciudad de Jaipur. Esta ciudad es relativamente nueva y enorme, como todas las ciudades de éste país ya que tiene unos 4 millones de habitantes (mas o menos como Capital Federal). Nuestro hotel estaba ubicado en las afueras de la ciudad, pero exactamente en la parte opuesta de donde ingresamos, por lo que tuvimos que atravesar toda la ciudad, tarea agotadora teniendo en cuenta el tránsito urbano y que era un sábado por la noche. A medida que ingresábamos veíamos construcciones totalmente derrumbadas donde vivía la gente. Parecía como si los hubieran bombardeado una semana antes. Todas las construcciones debían tener mas de 70 u 80 años, solamente rogábamos que la parte opuesta de la ciudad, donde estaba nuestro hotel tuviera al menos unos 50 años menos.
Una horita más tarde llegamos al hotel Paradise. Para nuestra sorpresa, hacía honor a su nombre. Era un hotelcito bastante nuevo, las habitaciones eran muy cómodas, tenía Internet wi-fi gratis en la habitación (GRAVE falta del Hyatt), una muy buena tele y si bien estaba lejos del centro de Jaipur, poco nos interesaba ir al centro!! Además tenía una pileta de natación en la terraza. Lo único que nos decepcionó fue la comida, no era de lo mejor y el desayuno del día siguiente fue un poco sobrio…tasteless podría decirse. De todas formas los precios del room service eran la tercera parte de los del Hyatt, así que podían darse el lujo de no tener la misma calidad que la cocina de nuestro hotel en Kolkata.
Al día siguiente nos encontramos con nuestro guía de quien no recuerdo el nombre. Nos preguntó de donde éramos y además de contestar el clásico “Futbol…Maradona, Messi” nos tiró algunas palabras en español, pronunciadas de una forma casi inetentendible, pero el tipo le ponía onda, quería demostrar sus conocimientos. Nos subió a su auto, que se jactaba de ser el auto más económico del mundo y nos llevó hacia el centro de Jaipur. La ciudad la llaman “Pink City” porque el gobernador hizo pintar las casas que están cerca del palacio de ese color cuando llegaron lo británicos debido a que el rosa es el color de la “bienvenida”. Empezamos nuestra recorrida en Hawa Mahal o en castellano “El palacio de los vientos” (Mahal ya deben saber que es palacio, agregamos una nueva palabra a nuestro vocabulario: hawa = viento). Este “palacio” no es más que una pared con muchas ventanas donde las mujeres se ponían a ver lo que pasaba afuera del palacio, pero la gente de afuera no las podía ver a ellas.
De ahí fuimos al Amber Fort, un fuerte-palacio ubicado en las montañas al que justo ese día hacían una peregrinación hasta el templo de la diosa Khali (creo que se escribe así) que es otra forma o representación de Durga, la diosa madre. El tema es que por esta ceremonia no pudimos hacer nuestro paseo en elefante, pero gracias a la viveza de nuestro guía y después de pelearse con los guardias, pudimos colarnos en el templo sin hacer cola y quedamos justo frente a la figura de la diosa donde cortaban frutas, encendían inciensos y le pintaban la cara y la frente a los fieles.
Aunque no éramos devotos de Khali nos pintaron un poco también y nos dieron un collar de flores con un aroma muy poco agradable.










La recorrida continuó en el fuerte donde pudimos ver la cama que usaba el rey con sus 365 esposas (ustedes pueden ver con sus propios ojos como quedó). La particularidad es que debajo de la cama no había ningún espacio para que ningún enemigo pudiera esconderse ahí. Luego pasamos por el palacio de los espejos, un lugar todo decorado con espejos, fanatismo del emperador.





A la salida del fuerte nos topamos con unos encantadores de cobras que a cambio de unas rupias destapan una canasta que contiene una cobra aparentemente dopada y tocan un poco de música para despertar a la pobre serpiente. Me tocó acercarme a mi para darles la propina, igualmente les aseguro que dan mas miedo los dos muchachos que el bichito…





El resto de los monumentos y/o visitas de Jaipur no fueron muy trascendentes, calculo que en 10 o 15 años cuando recuerde el viaje, además del Taj no voy a recordar mucho más. Una cosa que estoy seguro que nunca voy a olvidar es lo que pasó después. Como había sucedido el día anterior, no podía faltar la visita a alguna semi-industria local para venderte sus cacharritos después de darte una breve introducción al proceso productivo. El tipo amagó con llevarnos a visitar a unos joyeros. Sabiendo de antemano que nuestro presupuesto iba a estar totalmente excedido por los artículos allí exhibidos le dijimos que no estábamos muy interesados. Aceptó nuestra negativa y en su lugar nos llevó a una fábrica de las auténticas alfombras de Jaipur con un anexo de telas estampadas a mano. De éste lugar no tenemos fotos, desgraciadamente.
Primero nos mostraron el aburrido proceso del estampado a mano de telas. Realmente no había mucha mas ciencia que lo que hacíamos nosotros en el jardín de infantes con los moldes de papa y las témperas. Después pasamos al sector alfombras. Nos mostraron a un muchacho trabajando en el telar. Se notaba que tenía varios años en el oficio porque tenía los movimientos totalmente mecanizados. Además que si bien tienen una guía con el patrón del dibujo que tienen que hacer, ya se los saben completamente de memoria y no lo necesitan. Esto es así porque hacen eso toda su vida, es más, toda la familia suele hacer el mismo patrón que se lo van enseñando de generación en generación. Por un lado impresionante, por el otro…sumamente aburrido, no? Hacer el mismo trabajo toda tu vida…para peor el mismo patrón! Calculo que si nacés en una familia de alfombreros de Jaipur, muchas más opciones no te quedan.
Luego del paseito pasamos al salón de ventas. No recuerdo exactamente cuantos vendedores eran para atendernos, creo que eran 5 o 6. Como siempre empezaban mostrando las más caras y a medida que veían nuestras caras iban bajando alfombras más baratas. Lo más interesante es que nos hicieron sentar contra la pared y para mostrarnos una alfombra, un tipo la agarraba, y si por ejemplo la alfombra medía 2 metros, el flaco se ponía exactamente a 2 metros de nosotros (deben tener todo calculadísimo), tiraba la alfombra con furia contra el piso para intimidarnos un poco con el ruido y desenrollarla al mismo tiempo quedando el extremo opuesto al vendedor exactamente a nuestros pies. Un capo!
Este proceso se repitió 25 (veinticinco) veces. Las conté solamente para asegurarme de no mentir en el blog. Obviamente que los precios eran zarpados, seguramente más baratos que si queremos comprar la misma alfombra en algún otro lado…pero realmente ninguno de nosotros quería una alfombra. Antes de poder seguir con nuestra recorrida por Jaipur, pasamos por el local anexo de telas estampadas a mano (y a máquina también, con tal de vender…). Quizás el estampado a mano tenga un valor artesanal, o algún otro tipo de valor que me cueste ver, pero las estampadas en forma mecánica quedan mucho mejor…no se que opinarán ustedes. En fin, tarjeteamos un par de artículos y nos subimos al coche.
De ahí fuimos al City Palace donde vive el gobernador de Jaipur, donde conocimos los galardonados jarrones de plata más grandes del mundo (entraron en los record Guiness) diseñados para llevar las aguas del Ganges a Londres porque el emperador solo tomaba agua de ese río. Por último nos llevaron a un observatorio a cielo abierto que a pesar de tener sus cuantos años sigue dando mediciones y predicciones bastante exactas. El calor ya era más que insoportable, estábamos al borde de la deshidratación y siendo ya la hora del almuerzo, el guía nos llevó a uno de los mejores restaurants de Jaipur, uno de los más concurridos como pueden ver en el videito.



Llenamos el tanque y partimos hacia New Delhi, la última esquina del triangulo dorado. El viaje fue similar al del día anterior, hicimos la parada obligada para tomar el tecito, nos cruzamos con todo tipo de animales, humanos y vehículos. Hasta vimos una mula corriendo en el medio de la autopista en la entrada a Delhi. Imagínense una mula corriendo al lado del 60 en la Panamericana a la altura del Unicenter. La imagen era exactamente la misma. Encima era de noche, la iluminación era totalmente nula, creo que fue una de las cosas más peligrosas con la que nos topamos. Sobre la entrada a Delhi no puedo contar mucho, estaba entretenido escribiendo las primeras líneas de la parte 1 de éste post. Cada tanto levantaba la mirada y se veían enormes edificios, digna entrada a una de las ciudades más pobladas del planeta. La ciudad está conformada por 5 o 6 ciudades que fueron creciendo tanto que se terminaron juntando, por lo que desde el avión se ve como un gran manchón de luz.
Nosotros al venir desde Jaipur entramos desde el sur que según nos contaron es la parte más nueva de Delhi. Nuestro hotel estaba ubicado en esta zona, alejado del mayor caos de tránsito lo cual nos vino bastante bien porque no teníamos necesidad de estar en el centro de la ciudad. La agencia nos ubicó en un boutique hotel bastante simpático, no tan bueno como el de Jaipur pero lo suficientemente cómodo como para pasar la noche del día agotador que nos tocó vivir. Esa noche decidimos evitar el room service y salimos a conocer un poco la noche de Delhi, pensamos que si algunas ciudades de la India tienes vida nocturna, Nueva Delhi debería ser una de ellas.
En el hotel nos recomendaron ir a un centro comercial no muy alejado que era uno de los más grandes y nuevos de la ciudad. Ya acostumbrados a manejarnos en este país asiático, nos subimos a un ato y partimos. Llegamos al mall y supongo que a las 3 o 4 de la tarde debe estar muy bueno, pero ya eran las 9 y como acá se van a dormir temprano, todos los negocios estaban cerrando. Sin mucho para recorrer, buscamos algún restaurant distinto a los que podemos encontrar en nuestra querida Kolkata. Entramos a uno ubicado en el último piso del complejo, que tenía onda a un barcito de un sótano de Boston (nunca estuve en EEUU ni en Boston, pero me dio esa impresión!). Aprovechando la ambientación, pedí un Mai Thai para arrancar la noche (que arrancó y terminó más o menos igual).
Al día siguiente, luego de un desayuno más mediocre que el de Jaipur (estamos mal acostumbrados al Hyatt) nos pasó a buscar nuestro guía y arrancamos la recorrida. Eran las 9 de la mañana y ya estábamos muertos de calor y de cansancio acumulado de los días anteriores, cada vez teníamos menos ganas de bajarnos del auto con aire acondicionado, mientras más pudiéramos ver sentados desde adentro, mejor. El guía era un pibe joven, como acá todos parecen más viejos les diría que debía tener unos 20 años, pero calculo que la edad real era 25 o 26. Era feriado, no tenía muchas ganas de laburar, se notaba en su forma de caminar y el desinterés que transmitía en las explicaciones y demás, pero bue…nosotros estábamos destruidos y no fuimos muy exigentes tampoco.
El tour empezó en Jama Masjid la mezquita más grande de la India. Las palabras textuales del guía fueron: “Esta es considerada la mezquita más grande de la India, porque no hay otra más grande”…eh…ok. Pueden ver el nivel de detalle de sus explicaciones. Esto le costó que durante todo el día, cada vez que decía “Esto es el lugar mas antiguo…” siempre uno de nosotros le preguntaba “…entonces, no hay otro más antiguo??” Y el flaco contestaba “No no” inocentemente. Jaja, estuvo muy bueno. En esta mezquita no me dejaron entrar con los cortos así que me pusieron un trapo a modo de pollera. Quedé como un modelito de la revista Vogue, divino. A la salida del monumento el flaco dijo que ahora la recorrida continuaría en el mercado de Delhi, consistía en subirnos a un rickshaw y recorrer los puestitos. Nos miramos con Fede aterrorizados. La mirada nos delató y el pibe no dijo “Si quieren lo podemos saltear, después de todo en Kolkata debén estar podridos de ver rickshaws”. ¡No podía estar más acertado! Como buen citadino, denigraba a Kolkata a más no poder, aunque nos dijo que las chicas de West Bengal son las más lindas de la India…
La próxima parada fue en Raj Ghat, el lugar donde fue cremado Mahatma Gandhi, el padre de la India. El guía nos dijo que parte de las cenizas de Gandhi estaban allí y que el resto la tiraron en distintos ríos de la India. Wikipediando un poco comprobamos que no había nada de cenizas en este monumento, solo la estructura de mármol negro que se pueden ver en las fotos.
Como pueden ver, me hice de varios amigos en el viaje. Al ser un fin de semana largo muchos indios del interior del país vinieron a la capital a competir en unos juegos…no me quedo bien claro de que. Al ser feriado los sacaron a todos a pasear. En total eran 36 micros llenos de chicos y chicas vestidos como los que pueden ver en la foto. Hagan las cuentas, 36 micros, 50 personas por micro…Todos los monumentos rebalsaban de gente y se complicaba bastante sacar una foto decente. Lo más cómico es que los indios en lugar de sacarse fotos en el monumento se sacan fotos con los carteles de “No pisar el césped”, o en la puerta del baño, o le piden a cualquiera que pasa por ahí sacarse una foto con ellos. Esta escena se repitió varias veces. Me sentí una estrella de Bollywood (a la derecha nuestro guía).
Luego el guía nos llevó a la casa presidencial, construida por los ingleses en 1931 para que viviera el “gobernador” de las indias, que luego fue designada como palacio presidencial una vez que la India se independizó. No pudimos entrar, la vimos desde el portón de acceso. Como dato curioso, nuestro simpático guía nos comentó que tiene un comedor para 1000 comensales simultáneos y obviamente ¡una cocina lo suficientemente grande como para cocinarle a tanta gente! (en la foto, abajo a la derecha pueden ver la camionetita con la que hicimos todo el tour)
Exactamente a 3 kilómetros en sentido opuesto está el India Gate, un monumento similar al arco del triunfo construido también por los ingleses para conmemorar a todos los soldados indios que murieron en la primera guerra mundial y en muchas otras guerras inglesas.











Nos llevaron a almorzar a otro restaurant “European Approved” en donde se repitió la misma escena que se ve en todos lados: 2 vendedores por cada cliente, en este caso mozos. Hay mucha gente en este país, realmente sobra gente. Llegué a contar 12 mozos parados esperando a que alguien los llame. Y cuando los llamas vienen de a pares. Como hacía mucho calor me pedí un heladito, fui por la clásica “casatta italiana” que como saben tiene helado de frutilla, crema y chocolate. Como siempre, me trajeron cualquier cosa. Cada vez que pienso “Este plato no me puede fallar” me llevo una sorpresa. Voy a tener que bajar mis expectativas.
Para terminar la recorrida de cansador triángulo dorado nos llevamos a Qutub Minar, una estructura de 72 metros de alto construida en 1206 solamente para demostrar el poder del tipo que la construyó. De paso la usaban para avisarles a los fieles cuando era la hora de rezar (cayó en desuso con la invención del reloj de pulsera). Es considerado uno de los monumentos mas antiguos de Delhi….porque no hay otro mas antiguo. Lo interesante es que antes de que llegaran los musulmanes habían varios templos hindúes en la zona.
Cuando llegaron demolieron los templos y para construir las mezquitas utilizaron los mismos pilares, por lo que en las columnas se ve claramente la arquitectura hindú pero con la particularidad de que las cabezas y rostros de los animales fueron mutilados porque los musulmanes adoran a un Dios sin rostro.
La última perlita del lugar es un pilar de hierro ubicado en el medio de la mezquita que nadie sabe quien lo hizo, ni cuando lo trajeron ni para que estaba ahí. Es un misterio, dicen que si apoyás la espalda en el pilar y lo rodeás hacia atrás completamente con tus brazos, tus deseos se hacen realidad. Hoy en día es imposible desde el punto de vista que está vallado, pero nos comentaron que incluso antes del vallado era una tarea bastante complicada.
Al ser feriado no había mucho tránsito en la ciudad, el tour duró menos de lo esperado y nos sobró un poco de tiempo para visitar el Lotus Temple que estaba fuera del programa. Es un templo multi religioso que tiene la forma de la flor de loto, la flor nacional de la India. Muti religioso significa que acude gente que profesa distintas religiones, hecho que comprobamos ya que debían haber 5000 personas haciendo fila para entrar y adentro otro montón más. Los que construyeron el templo creen que el número 9 es sagrado o por lo menos da buena suerte, por lo que desde donde lo miren van a encontrar este número escondido. Después de unos pequeños malentendidos con la gente de seguridad, pudimos acercarnos lo suficiente como para sacar unas fotitos mientras nuestro guía nos esperaba en el auto.
Y aquí finalizó nuestro recorrido por el Triángulo Dorado de la India. Regresamos al aeropuerto donde había comenzado nuestra aventura tres días atrás y regresamos a Kolkata en un vuelo sin sobresaltos ni azafatas hand-picked. Al salir de la terminal de arribos doméstica de Kolkata respiramos nuevamente el aire saturado de calor, olores y humedad característico de esta zona y como es usual, tuvimos que esperar más de media hora a nuestro chofer de Car Club, que bueno es estar en casa!

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