martes, 29 de septiembre de 2009

The Golden Triangle, parte 1 – Destination Taj Mahal

Para aprovechar nuestro segundo fin de semana largo decidimos hacer una escapada de tres días a las ciudades de Agra, New Delhi y Jaipur. La idea es visitar el Taj Mahal, un palacio considerado una de las nuevas maravillas del mundo que está emplazado a orillas del río Yamuna en la ciudad de Agra, pero como tenemos varios días libres queremos aprovechar el gasto del pasaje aéreo y vamos a conocer otras ciudades cercanas.

El recorrido empezará en Delhi, de ahí iremos en tren a Agra, luego a Jaipur, regresaremos a Delhi y desde esta ciudad volvemos a nuestra base de operaciones emplazada en Kolkata. Si unimos estas tres ciudades en el mapa se forma un triángulo. En realidad si unimos 3 ciudades cualesquiera se forma un triángulo, excepto que estén alineadas, pero en este caso están todas aproximadamente a 280 km de distancia, por lo que el triángulo es más o menos equilátero y a medida que se va de un punto a otro se recorren algunos de los lugares históricos más importantes de la época de la dinastía mongol que reinó la India. Por esta razón llaman a este triángulo “The Golden Triangle”, o por lo menos así nos lo vendió nuestra agencia de viajes.El viernes por la tarde, después de recorrer algunos “pandals” del Durga Puja armamos unos bolsos lo más ligeros posibles y nos fuimos al aeropuerto. Iba a enfrentarme nuevamente con la situación que me traumó en sobremanera hace tres semanas. De nuevo un avión, de nuevo el equipaje, las posibilidades de retrasos y el siempre presente fantasma de mi mala suerte. No quise dejar nada librado al azar. Yudo nos advirtió que por el Durga Puja, la zona de Dum Dum (donde está el aeropuerto) iba a tener un tránsito muy complicado, que toda la gente iba a estar festejando en las calles y que necesitaríamos más o menos dos horas para llegar desde el hotel hasta el aeropuerto. Como el avión despegaba a las 20:50, pedí el auto a las 17:30 horas el día anterior. Pero como ya les comenté, no iba a permitirles a mis amigos de Car Club que me arruinaran el viaje, por lo que una hora antes los llamé para confirmar la reserva. Mi otro problema, como recuerdan, fue el equipaje. Esta vez cuidé de no incluir ningún frasco cuya capacidad superara los 100 mililitros. Esto significó que no pude traer ni el Off verde extra fuerte ni el protector solar…espero no arrepentirme, igual otra opción no tenía. Por último guarde todo lo que entraba en la caja de seguridad del hotel y bajamos al lobby exactamente a las 17:30 para esperar el auto.El viaje al aeropuerto no tuvo ningún sobresalto, salvo por algunas vacas que caminaban de contramano en la autopista. Sin embargo, las dos horas que según Yudo íbamos a tardar en llegar a destino se convirtieron en media. A las 6 ya estábamos en el aeropuerto con el check-in listo y sin absolutamente nada para hacer. Más tarde nos enteramos que el avión de Kingfisher tuvo una pequeña demora por lo que estaríamos saliendo 20 minutos más tarde. No me sorprendió en lo más mínimo, me hubiera sorprendido si salíamos a horario. Mientras esperábamos la orden de embarque terminamos de confirmar que a los indios no les importa absolutamente nada lo que piense el de al lado, no tienen pudor y tampoco sentido de la moda. Antes de viajar había leído que los años dorados de la India fueron desde el 50 hasta el 70. Luego la economía se empezó a estancar y aparentemente TODO se estancó en esa época. Los peinados, la ropa y los relojes son un claro ejemplo de ello. Cuando me fui a cortar el pelo, el coiffeur me pregunto “Indian style?” a lo que repliqué rogando “No please, International style!”. De todas formas me hizo un corte muy Sandro…Con respecto a la ropa, yo estaba preocupado porque mis remeras fueran muy llamativas, pero pasan desapercibidas o incluso por “ordinarias” al lado de lo que se usa acá. También abundan los jeanes con excesos de telas, botones y cierres; y los relojes dorados como los que venden en Once son un común denominador de todo indio que quiere estar a la moda de That 70’s Show.

Aparentemente, como pueden ver en la foto, si estás mucho tiempo en contacto con los indios se te pega el desinterés sobre la imagen personal. Uno deja de usar desodorante, de afeitarse, de cuidarse y se viste, por ejemplo con camisa, bermudas de Rambo, zapatos y medias de vestir como hace el amigo oriental.Otro claro ejemplo del desinterés por el prójimo lo vivimos cuando estábamos en la sala de embarque. En frente nuestro había una señora india de unos 50 años (quizás menos, pero están muy hechos bosta en general). Ya estamos acostumbrados a que escupan y eructen, pero esta señora fue un paso más allá. Por la expresión de la cara pensamos que tenía 32 de envido. Se estaba esforzando…había algo que no salía. En eso se inclina hacia su derecha y se escucha un estruendo importante. A su izquierda, asiento de por medio estaba sentado un señor con cara de muy europeo que le tiró una mirada fulminante, el tipo no podía creer que la vieja lo despeinó a metro y medio de distancia. No necesito decirles que no pudimos aguantarnos y nos moríamos de risa…total a nadie le importa nada!A bordo del avión se volvieron a repetir una serie de eventos que nos recordaron la suerte (o falta de la misma) que me caracteriza. Para empezar, cuando nos llegó la hora del catering se habían acabado las non-vegetable meals por lo que nuestra cena consistió de una ensalada de pepinos y ajíes verdes (ni la toqué), un pan indio (que es como una tortilla mexicana, la de los tacos), dos cosas que parecían salchichas de copetín hechas de algún tipo de verdura refinada, amasada y sobrecondimentada acompañadas con arroz blanco y un postre que a simple vista era algo de chocolate, pero no, era de una masa muy parecida a la de las salchichas solo que menos picante. Lo único que comí fue el arroz blanco…Después, mas o menos a mitad del vuelo empezamos a joder con Fede sobre mi mala suerte, que en cualquier momento se acercaba una azafata para comunicarme algún imprevisto. Y créanlo o no, cuando estaba terminando la comida se me acerca una y me empieza a hablar. Yo estaba comiendo mi arrocito mirando unos videos cómicos en la tele, por lo que me agarró desprevenido. Además todavía no agarro el idioma al vuelo así que le pedí que me repitiera dos o tres veces. Me decía algo de “not from India, right?”. No me podía estar diciendo nada malo, no tenía equipaje, la Interpol ya no me busca, no maté a nadie, no hice nada, ahora que?? Debí haber puesto cara de terror porque vino otra azafata a ayudarla. Ahí me di cuenta que ellas dos y una más se estaban riendo en el fondo del avión. La otra salió a su rescate y me dice “Ella quiere saber de donde sos, no sos de la India, no?” Y señala para atrás, no se exactamente a quién. Me tranquilice un poco y le dije “No..soy de Argentina” y miré para atrás tratando de ubicar quien era la azafata que preguntaba. Cuando pensé que mi suerte por fin había cambiado, tres semanas después de haber comenzado el viaje, el viejo que estaba sentado al lado mío me empieza a dar charla. “Argentina…Lionel Messi”. Lo miré, sonreí y volví a mirar para atrás a ver si ubicaba a la azafata pero ya les dije que acá son muy insistentes, el tipo se me puso a hablar de Maradona, de la selección. Tengan en cuenta que las azafatas de Kingfisher no son poca cosa, el chairman de la compañía se jacta de elegirlas el mismo, según sus palabras son “hand-picked”. Se me pasó una buena oportunidad. Pero lo mejor del viaje llegó unos momentos antes de aterrizar. Notamos que el avión se empieza a inclinar a la derecha y en la pantalla se empezaba a delinear una U. Cuando ya habíamos dado completamente la vuelta el capi nos avisa que las condiciones meteorológicas no son de lo mejor así que vamos a dejar el aterrizaje para más adelante. “A que esto no te paso nunca” le dije a Fede. La demora no fue de mas de 20 minutos, pero sumado a los otros 20 que nos hicieron comer en Kolkata, llegamos casi una hora más tarde. Nunca un vuelo sin contratiempos!! Y eso que tomé todas las precauciones!Llegamos a Nueva Delhi a eso de las 00:15 del sábado 26, ubicamos a nuestro chofer y nos dirigimos al hotel. No pudimos ver mucho de la ciudad, solamente notamos que como todas las ciudades indias es gigante, además tengan en cuenta que es la capital del país por lo que debe ser muchísimo más grande que el resto. Vimos un poco mas de urbanización, parquización, avenidas mas anchas y un poco más organizadas, pero no tanto. La agencia de viajes nos ubicó en un hotel decente cerca de la estación de trenes, teniendo en cuenta que el tren a Agra salía a las 5:30 am, fue una decisión muy acertada. El despertador sonó a las 4:30, no llegamos a dormir ni siquiera cuatro horas. El desayuno se servía a partir de las 7, pero de todas formas nos dieron un café con leche y una medialuna del día anterior. A las 5 am nos pasó a buscar el taxi y para las 5:20 ya estábamos a bordo del tren.

Habiendo descartado completamente la posibilidad de que nuestro tren fuera como el que unirá en un futuro Bs As con Mar del Plata me imaginaba asientos de madera, basura apilada al lado de las puertas, gente escupiendo y eructando y por supuesto, mis amigas del Oly Pub. Pero no! Nos tocó un camarote para nosotros dos solos, con un fortísimo aire acondicionado (que tuvimos que bajar al toque), y unas literas para hacer mas corto el viaje. Unos minutos antes de salir pasó un flaco y nos dejó dos almohadas, unas sábanas y frazadas.

Recuerdo que estaba soñando con un bife de chorizo con fritas a caballo acompañado de una copa de latitud 33° Malbec cuando unos golpes en la puerta me obligaron a hacer un lado el plato y despertarme. No entendía absolutamente nada. No sabía donde estaba, que estaba haciendo, que era el ruido, de casualidad me acordaba mi nombre. Fede reaccionó más rápido, pegó un salto de la cama y abrió la puerta. Era el inspector gritando “Tickets please…”. Después de eso no pude pegar de nuevo los ojos.A eso de las 9 de la mañana llegamos a una estación de la que todavía no recordamos el nombre, pero que supusimos que era la de Agra, ya que los carteles tenían direcciones en Agra y además había fotos del Taj Mahal. Sin preguntarle a nadie nos bajamos. A los diez minutos, cuando nos dimos cuenta que nuestro chofer no estaba por ningún lado, empezamos a dudar si realmente nos habíamos bajado en Agra. Le preguntamos a un tipo de por ahí el nombre de la estación y nos contesto algo impronunciable. Llamamos a nuestro chofer y tampoco entendíamos nada. Pensé que si bien yo no les entendía, había una remota posibilidad de que entre ellos se entendieran, así que le pasé el teléfono al viejo de la estación. Hablaron dos minutos y como era de esperarse, nos bajamos una estación antes. No fue un error grave, la siguiente estación estaba a 6 km, las dos están dentro de Agra pero nuestro chofer nos esperaba en la siguiente. En nuestra defensa tengo que decir que la siguiente estación tampoco se llamaba “Agra” así que quizás nos terminábamos pasando, y creo que eso hubiera sido peor. Por lo menos nuestro conductor tardo solo 20 minutos en venir a buscarnos. 20 minutos que nos alcanzaron para ver, entre otras cosas:

  • Monos sentados en las vías del tren y otro mono “humano” tirándoles piedras para que se corran y no los aplaste el tren. Creo que los monos no necesitaban esta “ayuda” y se hubieran corrido solitos. Total los trenes, como todo medio de transporte terrestre en la India, abusa de la bocina y nunca te puede agarrar de imprevisto.
  • Unos tipos con lanzas, sables y espadas con turbantes y túnicas azules. El más joven debía tener 75 años, por lo que eran cuasi inofensivos.
  • Un grupo fundamentalista, o revolucionario o alguna agrupación política que recibía (o repudiaba) a alguien que estaba en un tren. Realmente no entendimos nada. Vinieron unos tipos gritando, rodeados por policías y cuando llegó el tren se tiraron a las vías y se pusieron al lado de un vagón. Después subieron al andén y seguían gritando.

Por suerte apareció nuestro contacto en Agra, nos presentó al conductor que nos acompañaría a lo largo de todo el viaje cuyo nombre no recuerdo (más bien, creo que nunca nos lo dijo) así que vamos a llamarlo Kumar, que es como el “Juan” de acá. Nos tocó una camionetita con aire acondicionado lo cual nos vino muy bien para acomodar los bolsos en la parte de atrás y nos dejaba el asiento para relajarnos y tratar de dormir los largos viajes en la ruta. Nos llevaron a un muy buen hotel a refrescarnos un poco y a encontrarnos con el guía que nos haría el recorrido en Agra y Fatehpur Sikri. Según nos dijeron, Zahid (nuestro guía local) era el más capacitado de Agra, y el que tenía mejor nivel de inglés. Ah...me olvidaba, en la agencia de viajes pedimos guías en inglés, pero como comprobamos más tarde, hay guías indios que hablaban perfecto español y los podríamos haber contratado. No se porque no se nos ocurrió…igualmente nos vino bien para practicar un poco más, total hablamos español todo el tiempo! Realmente el tipo era muy simpático, capacitado y se mereció los 500 rupees que le tiramos al finalizar el día. Nos subimos al coche y empezamos a acercarnos al Taj Mahal (que de paso, se pronuncia Tach Majal). En el camino nos comentó que el mármol que recubre al monumento es el más groso del mundo, que nada lo mancha ni daña, excepto la contaminación. Y si estuvieron siguiendo el blog, ya deben saber que este país debe ser uno de los más contaminados del mundo por lo que hace unos años crearon una “reserva” alrededor del templo donde no se permiten los vehículos con motor a explosión, porque notaron que el mármol se estaba empezando a manchar.
Kumar nos tiró en el estacionamiento del Taj y ahí tomamos un micro eléctrico que nos acercó hasta la entrada este del monumento. Aquí tuvimos la primera sensación de lo que es ser turista en la India. Por un lado tenés a los beggars que utilizan todo tipo de palabras, señas e insistencias para que les tires unas rupias. El mejor método para que no se ponga muy insoportable el tema es ignorarlos, porque como ya vimos en las películas, están todos organizados y si les llegar a dar algo a alguno, después se te pegan todos y la situación se puede poner incómoda. Por el otro lado están los vendedores que te acosan en el trayecto desde que te bajás de tu vehículo hasta que entrás al monumento. Se acercan todos corriendo y te ofrecen innumerables bienes, accesorios y servicios completamente inútiles. Si empezás a mirar un poco lo de alguno, se te pegan todos (idem a darle 5 rupias a un beggar). Si les decís “No, gracias” ellos entienden “Es muy caro..bajámelo un poco” y le van sacando 20 rupias al precio sugerido. La única forma de sacarselos de encima es diciendo “NO” en forma cortante y haciendo una seña de “basta” con la mano o directamente ignorándolos. Yo a veces alternaba entre ignorarlos y decir “No, gracias”. Generalmente hacía lo primero, pero cuando estaba aburrido usaba el segundo para ver hasta cuanto te bajan el precio, más adelante les cuento. Casi nunca usé el “NO” cortante, porque ya me conocen, soy una buena persona :P pero a veces tuve que usarlo con los más insistentes.
Después del pago de las 750 rupias en concepto de entrada, ingresamos al Taj Mahal. No lo voy a describir porque para eso pueden ver las fotos o poner unos 8000 dólares y venir a verlo por su cuenta. Realmente es lo más impresionante e impactante que vi en toda la India. Calculo que por esta razón está en la tapa de los libros sobre este país. Según nos contó el guía, la construcción del edificio la encargó el quinto emperador mongol Shah Jahan en honor a su tercer esposa Mumtaz Mahal (que según me dice Fede significa “Joya del Palacio) quien murió dando a luz a su 14vo hijo. No se llamó siempre así, se cambió el nombre al casarse, como las estrellas de Hollywood al hacerse famosas. Como habrán adivinado, Mahal significa “palacio”,Taj significa “corona” y Mumtaz “joya”. De los 14 hijos que tuvieron (8 varones y 6 chicas) sobrevivieron 4 hombres y 2 mujeres. El hijo mayor era medio alcohólico y no lo quería el pueblo, el segundo no recordamos bien, pero pensamos que no era muy hábil en el arte de la guerra, por lo que el hijo que sucedió a Shah Jahan fue el tercero. Este buen muchacho, cuando asumió como emperador asesinó a sus hermanos y encerró al padre en el Agra Fort. A pesar de todo esto, el pueblo lo quería.
El edificio es gigantesco (la puntita que parece un pararrayos mide 10 metros), tardó 22 años en construirse, demando 1000 elefantes y 20.000 trabajadores que según recalcó nuestro guía, no eran esclavos, sino que los pagaban. Por esta razón su construcción costo 32 millones de rupias (que en esa época debían valer mucho mas que ahora!). Otros datos interesantes son que el edificio tiene una forma octogonal con 4 torres que sirven solo como decoración y entre la cúpula exterior y la interior hay un espacio vacío de 20 metros. Todo es perfectamente simétrico, es más, al este del edificio principal hicieron una mezquita (que la construyeron ahí mirando a la Meca), pero para respetar la simetría hicieron otro edificio exactamente igual al otro lado del Mahal. Pero, como para los musulmanes solo Alá es perfecto, tuvieron que meter una pequeña imperfección en toda la construcción. Esta “imperfección” está bien escondida adentro del palacio. Exactamente en el medio está la tumba de Mumtaz, perfectamente alineada con la entrada del edificio y otros 3 arcos que se ven a lo lejos. A su lado está la tumba de Shah Jahan, pero en el otro costado no hay nada, no pusieron la tumba de nadie más para violar la ley de la simetría.
En las paredes se ven a simple vista dibujos o pinturas de flores y letras árabes, pero mirando más de cerca nos dimos cuenta que son piedras incrustadas en el mármol. Hay más de 28 clases de piedras, traídas de la India, Nepal, Sudáfrica, China, Pakistán, etc etc. Muy impresionante y teniendo en cuenta que todo lo hacían a mano en el 1630 cuando lo construyeron, impresiona aún más. No los voy a aburrir con más explicaciones, si les interesa pueden entrara a la Wikipedia.
Acá voy a dar por terminada la parte 1 del Golden Triangle. Se hizo largo el post y quiero dejar cosas interesantes para las secciones subsiguientes. “Dhanyavaad” por haber leído, ya se viene la parte 2 ;)

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